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jueves, 23 de diciembre de 2010

Externalización

Por A. Leticia Uribe M. 

Se parte de la base de que la externalización NO es una técnica, más bien tiene que ver con toda una manera de ver las cosas (epistemología). Esta manera de ver se vincula con el post-estructuralismo, en donde se entiende a la identidad como algo que no es esencia, tampoco es “la capa mas interna” del ser. La identidad se entiende desde el post estructuralismo como algo que se forma de múltiples historias y que se construye constantemente, por lo que no es una estructura estática. La persona entonces no “es” una sola cosa sino que vive diferentes historias y se ve a sí misma de acuerdo a ellas. En la sociedad moderna hemos aprendido a definirnos por una sola historia (historia dominante) sin considerar otros aspectos o vivencias como parte de esa historia inicial. Esta historia dominante define la forma en que nos vemos y lo que entendemos como nuestra identidad. De esta forma, cuando la historia dominante se define por una situación problemática, el problema se convierte en la definición de la persona, en su identidad, el problema es la persona. Los problemas se generan en base a la cultura y se ubican en el lenguaje, en las historias que nos contamos acerca de ellos y en la forma en que las contamos. El modo específico en que utilizamos el lenguaje a la hora de contar las historias que nos definen, está íntimamente ligado a la cultura en la que vivimos. Las palabras que utilizamos, el modo en que las organizamos y el significado que les atribuimos dependen en gran medida de nuestro contexto cultural y social, y eso es lo que da forma a esas historias y por lo tanto a nuestra identidad.
 La externalización implica ver que el problema y la persona no son la misma cosa; la persona vive un problema. De esta forma utilizar un lenguaje externalizador no es solo una técnica para sacar al problema de la persona, más bien es tomar consciencia de la función que tiene el lenguaje al perpetuar formas de ver el mundo que restringen nuestra identidad. Si hablamos de que alguien es “miedoso” estamos implicando que el miedo define a la persona y a eso se restringe su identidad, es decir que vemos a la persona y al problema como la misma cosa. Si hablamos de la persona y el miedo, es un principio para separar al problema de la persona y para dar lugar a otras posibilidades además del miedo. Entonces, el primer paso para modificar nuestro lenguaje hacia un lenguaje externalizador es hablar con sustantivos en lugar de adjetivos (una persona con miedo en lugar de miedoso). Como no es una técnica, la externalización no es algo que se “usa” solo para hablar del problema, sino que es una manera de ver y de hablar de todo lo que hemos aprendido a identificar con lo que somos de manera restringida, como algo “inherente” a nosotros.

Es decir, se externalizan tanto los defectos como las virtudes, tanto los problemas como las fortalezas o las habilidades. La idea es que ninguno de estos aspectos es por sí mismo “lo que somos”, sino que todos forman parte de nuestras historias y todos son construcciones, producto de la cultura y la historia. Pero convertir los adjetivos en sustantivos no es suficiente. Lo que sigue es hacer Conversaciones Externalizantes. Estas conversaciones incluyen por supuesto usar un lenguaje externalizador pero además intentan ubicar en historias –en una secuencia de hechos que suceden a lo largo del tiempo- los aspectos que nos definen de manera restringida. Para esto se busca situar lo que se está externalizando dentro de un guión (story line), haciendo preguntas como “¿desde cuándo?”, “¿de qué manera?”, “¿qué efectos tiene?”, “¿qué lo sostiene?”, “¿qué parece actuar como un remedio?”, etc. Las conversaciones externalizantes tienen distintos efectos, el primero es brindar alivio a la persona al descentrarla de su problema, creando una distancia entre la persona y el problema, lo que lleva a generar más opciones. También ayudan a identificar las prácticas que sostienen al problema y las que ayudan a aminorar su influencia. Cuando esto sucede, la persona puede “tomar postura” ante la situación, no solo en la forma de un estar a favor o en contra, sino tomando en cuenta la complejidad de la experiencia; cuando se puede tomar postura de esta manera, entendiendo los efectos de las ideas culturales y de nuestra forma de vivirlas y tomando una decisión acerca de ellas, se pueden también tomar acciones de manera responsable. Cuando se externaliza el problema, o la definición restringida que la persona tiene de sí misma, entonces se abre el espacio para considerar y explorar conocimientos, capacidades y habilidades que antes no se consideraban relevantes. Al reducir la influencia del problema sobre la persona, también se ayuda a reducir la vergüenza y la culpa, lo que facilita que se hagan presentes aquellos otros aspectos o eventos que habían quedado relegados de la historia inicial (eventos extraordinarios). Las conversaciones externalizantes son la puerta de entrada a las historias preferidas. Durante estas conversaciones, como terapeutas tenemos que estar alertas para identificar los eventos excepcionales y a partir de ellos ir bordando estas historias. Para hacer el guión tanto del problema como de la historia alternativa, se utilizan todas las demás prácticas de la terapia narrativa (re-autoría, remembranza, testigos externos, cartas, documentos, rituales, etc.) Dentro del artículo de Carey y Russell (2002) se dan una serie de pistas y recomendaciones acerca de cómo usar las conversaciones externalizantes de manera que no se conviertan en una simple técnica. También se habla de los efectos que tienen en nosotros como terapeutas y de las principales dificultades que muchos terapeutas pueden tener al tratar de aprender a llevar estas conversaciones con los consultantes. En el libro “Maps” (2007) Michael White dedica un capítulo al tema de las Conversaciones Externalizantes. En este capítulo, define ampliamente esta práctica y comenta tanto la historia de cómo llegó a acuñarla, como las ideas en las que está sustentada. En el mismo capítulo, aborda el tema de la postura del terapeuta y su papel influyente pero descentrado y desarrolla lo que él llama el “Mapa de Toma de Postura” (statement of position map) en el que describe cuatro categorías de interrogatorio que llevan a describir y desglosar la historia del problema, para llegar a tomar una postura ante él y de ahí empezar la re-escritura de historias preferidas. BIBLIOGRAFÍA White, M. (2007) “Maps of Narrative Practice”. New York, Norton. Russell, S & Carey, M. (2004) “Narrative therapy: Responding to your questions” Adelaide, Dullwich Centre Publications

1 comentario:

  1. Querida Leticia

    Muchas gracias por esta publicación! Creo que logras un resúmen magistral del tema de la Externalización. Pensamos con Carolina poder difundirlo entre estudiantes de un Curso-Taller que desarrollaremos en enero. Además generé un enlace entre el Blog, este artículo y la Comunidad PRANAS Chile: http://www.pranaschile.org/comunidad/mod/forum/discuss.php?d=39#p52

    ¿Qué tal si compartimos ambos espacios de encuentro en torno a este tema?

    Un abrazo chileno!
    Ítalo Latorre

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